Sobre los orígenes y concepto del crédito educativo.

Sobre los orígenes y concepto del crédito educativo.

Para iniciar este Blog, queremos comenzar destacando los orígenes y la definición del crédito educativo.

Los orígenes del crédito educativo en América Latina se remontan al año 1918, con el Movimiento Universitario de Córdoba, Argentina, en donde se crearon las bases ideológicas de esta modalidad de crédito. Este acontecimiento histórico rompió con el viejo modelo de la universidad elitista, dominada por la oligarquía de turno. Una de las conquistas de este movimiento fue abrir la posibilidad de que personas de clases económicas menos favorecidas pudieran acceder a la educación superior. Una vez se logró el acceso a la universidad, se presentó el problema de financiar los estudios a esas personas desposeídas. Al principio fueron los sistemas masivos de becas los que paliaron tales dificultades, después apareció el crédito educativo como una alternativa para fortalecer a la Universidad. (Zaldívar, 1.999)

La institucionalización de esta modalidad de crédito se logró con la creación del Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior, ICETEX, en 1950, como producto de la experiencia y el esfuerzo de Gabriel Betancur Mejía, quien se encargó de preparar y gestionar este proyecto ante el gobierno colombiano de turno.

El crédito educativo es un mecanismo financiero con efectos económicos y sociales, consiste en un préstamo con el cual el estudiante cubre todo o parte de los costos que implican sus estudios superiores. Cuando el estudiante finaliza sus estudios, se convierte en profesional e ingresa al mercado laboral,  paga dicho préstamo. Este dinero se utiliza para otorgar crédito a otro estudiante. En este momento se pone en práctica un proceso rotatorio del dinero y tal mecanismo financiero adquiere una connotación de solidaridad social. (Téllez, 2009).

En líneas generales el crédito educativo promueve la inclusión social y la equidad, porque abre las puertas para que todos tengan las mismas oportunidades de acceder a la educación superior, permanecer en ella y culminar sus estudios. Su principal sustento es la confianza en que el estudiante es una persona capaz y merecedora de crédito por su carácter, su integridad y sus condiciones académicas. (Téllez, et al. 2004)

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